11 feb 2014

ENTREVISTA- PUEBLO NUEVO, MÚSICA DE ECUADOR

En la séptima luna de Cosquín Ecuador estuvo presente

Pueblo Nuevo brilló con su expresión del paisaje latinoamericano
Por Adriana Spila  

En la 54 Edición del Festival de Cosquín, Pueblo Nuevo, el legendario grupo del canto popular ecuatoriano y latinoamericano, subió al escenario Atahualpa Yupanqui por cuarto  año consecutivo. Esta vez con un miembro reincorporado, Juan Paredes, quien se sumó a esa formación allá por el año 76.
Previo a su presentación, se proyectó un documental, a modo de homenaje, de la cantante Carlota Jaramillo;  inmediatamente Pueblo Nuevo inició su presentación con un pasillo  brillantemente interpretado: “Ángel de Luz” y ahí nomás “Ojos de Cielo” que con gran sorpresa para el público fue cantado con su autor  Victor Heredia. La plaza colmada aplaudía y pedía “otra, otra”, ante lo cual el grupo ecuatoriano interpretó “Negra del Alma” y a continuación  una chacarera (la del Exilio de Rally Barrionuevo) a la que se animaron muy reverentemente, como reconocimiento de nuestra música folclórica, acompañados de un público que respetó,  escuchó y reconoció ampliamente la estética, la  calidad musical y cantoral de la propuesta.
 Luego de su cuarto tema la Comisión Organizadora entregó el tradicional poncho coscoíno a la Embajadora de ese país, que estuvo presente para acompañar y felicitar a tan reconocido conjunto que realizara un impecable trabajo: apasionado, mágico, ritual, sobre el escenario mayor de América latina en lo que refiere al canto, danza, poesía y música popular. No hubo más tiempo para las otras canciones que quedaron en el tintero y que seguramente en el 2015 podrán reeditar.
Compartimos  asaditos, almuerzos, cenas, guitarreadas, peñas,  escenario en la prueba de sonido al rayo de un sol muy caliente que dejó a los artistas serranos al borde de la deshidratación,  y largas conversas recordando aquellos duros años de Argentina que me tocó vivir en Ecuador y todo lo que ello significó. Estrechamos con mucha emoción y alegría nuestros vínculos de amistad, de afecto y lazos solidarios.
De una extensa charla, a modo de entrevista, con Miguel Mora Witt, uno de los fundadores del grupo, y Leonardo Cárdenas, actual Director Musical, rescatamos la esencia, el compromiso, la seriedad y la pasión con que Pueblo Nuevo interpreta su propio cancionero y el de otros autores.

 Miguel Mora Witt Director Artístico del grupo Pueblo Nuevo del Ecuador
¿Miguel cuándo surge Pueblo Nuevo?
Pueblo Nuevo surge en 1975. La historia se remonta a ese año en la facultad de Medicina de la Universidad Central de Quito, cuando seis estudiantes de fundamos el grupo con un denominador común que era el gran amor por la canción latinoamericana. No obstante nos dimos cuenta que no todos podíamos manejar el timón del barco y que había que dividir un poco las tareas. Y, en ese recorrido, empezamos a aprender instrumentación latinoamericana, desde los inicios mismos de sus raíces. Entonces, comenzamos por aprender a afinar y tocar un charango, un cuatro o un tres cubano, junto con las quenas, las zampoñas. Todo eso unido a las guitarras, fue haciendo lo que en un principio, y desde siempre, se constituyó en la voz de lo que queríamos decir a través de la canción. Nos tomamos prestada la expresión del poeta argentino Héctor Agosti: cantar opinando, y desde entonces manejamos ese criterio. Y de Horacio Guaraní: hacer amigos es nuestro oficio, el otro derrotero que seguimos. Andar interminable por Latinoamérica, acompañados y acompañando amistades, afectos, dolores, discrepancias, solidaridades...
¿De qué manera conjugaron la medicina con la música?
Contrariamente a lo que se piensa, hay disciplinas que de distintas maneras y motivaciones guardan relación con la música: la arquitectura, la medicina, incluso las matemáticas. Muchos médicos tienen gran afición por la música porque desarrollan el oído. Para nosotros en ese entonces fue muy estimulante juntarnos, unir talentos desde una vocación que nació en paralelo con la preocupación por la política latinoamericana a la que nunca fuimos ajenos, siempre vinculados a los procesos de izquierda que iban diluyendo indeclinablemente bajo la instauración de dictaduras, especialmente en el cono sur. Muchos años pasaron, muchos hasta que llegó el momento actual, hace siete años se inicia un período que es para nosotros fundamental, el de Rafael Correa –Presidente de Ecuador- con quien hemos empujado desde nuestro oficio a la Revolución Ciudadana, de Patria solidaria.
Correa, que  a veces los acompaña en el canto…
Sí. Él dice que es una voz en Pueblo Nuevo. Es un amante profundo de la canción latinoamericana, tiene un repertorio inmenso en su memoria. Es muy satisfactorio para nosotros compartir esa faceta del Presidente, por el lado de la música, y somos conscientes de la dimensión  que tiene Rafael sobre los cambios que hay que hacer en América Latina, comenzando por lo económicos. Él cree que hay que cambiar la matriz productiva de los países latinoamericanos, hay que hacerlos competitivos, y, también, individual y colectivamente fuertes para protegerse y crecer desde sus propias convicciones y autodeterminación.
La música es la expresión del paisaje y del exilio latinoamericano
Si. Desde procesos diferentes, el del cono sur ha sido sumamente doloroso. Creo que no se asemeja a lo que sucedió en otros lugares de América Latina, a excepción de algunos países de Centro América. El Ecuador no ha estado exento pues hubo represión, exilio, y una marginación que contribuyó a la no consolidación de partidos políticos de izquierda. Pero pese a todo, nuestro país fue generoso con el asilo, la integración de muchos amigos que tuvieron una suerte de balsa para  asirse y quedarse.
Hubo un gran choque cultural en la integración
Hay algunos hábitos ecuatorianos que cambiaron a raíz de la llegada de latinos de diferentes países. Desde el saludo con beso, que antes no era común para nosotros, hasta muchas costumbres gastronómicas que acogimos. Prácticas de las cuales nos apropiamos. Fueron épocas muy interesantes, que se nutrieron además, del pensamiento de grandes personalidades políticas y culturales, que nos permitieron crecer a todos.
¿Cómo llegaron a Cosquín?
Cosquín tiene una trayectoria muy importante, de más de cincuenta años, y teníamos la referencia del Festival como uno de los más grandes, por el que habían pasado figuras universales. La  amistad con algunos de los compañeros organizadores del Festival, ha posibilitado un hermanamiento que permitió que muchos artistas argentinos vayan a Quito, y nosotros a Cosquín.  Ésta en la cuarta vez, todas las presentaciones han sido distintas, inigualables. Cosquín es un Festival entrañable.
¿Y la respuesta del público?
Ha sido muy generosa y emotiva, en ésta, la más reciente, creo que se juntaron algunas cosas:  cantar dos ritmos populares del Ecuador, el homenaje que hizo Cosquín a Carlota Jaramillo, cantar Ojos de Cielo con Víctor Heredia (en el próximo disco, que es el de los cuarenta años del grupo, hemos conversado con Víctor  para incluir otro de sus temas llamado Bailando con tu sombra, Alelí, que, además, me contó, es una experiencia nacida del Ecuador, de una cárcel ecuatoriana), y concluir con una chacarera de Raly Barrionuevo, Chacarera del exilio, que es una canción que tiene un marcado acento de cambio social y una mirada latinoamericana muy fresca.
¿Hubo cambios en 40 años?
Hemos sido fieles a la canción social, a no renunciar a ella. Se ha trabajado mucho la poética, primero  latinoamericana y luego ecuatoriana;  musicalizado a muchos autores y cantado nuestras versiones de canciones de algunos autores que nos parecen fundamentales. Buena parte del camino nuestro ha sido la canción propia, la canción de autor.
Leonardo Cárdenas Palacios Director Musical del Grupo Pueblo Nuevo del Ecuador
¿Leonardo desde cuándo formas parte del grupo?
Hace varios años escuché Pueblo Nuevo por primera vez. En ese momento, eran el grupo folclórico en Ecuador; tiempo de dictaduras y todo un sistema represivo en América. Me llamó tanto la atención el grupo, era tan diferente a lo que se escuchaba por radio, hacían un tipo de música distinta. Cuando tendría 15 años, Ernesto Guerrero, que era vecino de mi barrio y miembro del grupo, me hizo el primer contacto. Me prestó unos casettes, los escuché y me parecieron formidables. Yo ya estaba estudiando música en ese tiempo. Él me abrió las puertas de Pueblo Nuevo, Luego me trasladé a Quito a vivir y conocí a Julio Bueno quien fue director musical del grupo, y para mí un gran referente musical. Me decía a mí mismo que tenía que entrar en algún momento a Pueblo Nuevo a tocar, yo tocaba el piano, la guitarra, y cantaba. Bueno me llevó y me hizo un ensayo; después de un tiempo me dejó al frente de Pueblo Nuevo, confiándome una responsabilidad muy grande. Habré tenido en ese entonces 18 años e ingresé definitivamente como miembro de Pueblo Nuevo. Trabajé hasta los 26 y tuve un pequeño receso. Volví en el 2000, desde ahí no he dejado de tocar con ellos. Nunca me imaginé ser el director musical de Pueblo Nuevo.
¿Cómo describirías a Pueblo Nuevo?
Es un grupo de avanzada, que ha ido incrementando nuevas tendencias de música, y, sobre todo, renovando su concepto real de las fusiones, lo que ahora buscamos trabajar. Hemos tratado de estar acorde con las tendencias musicales de esta época, el folk, el rock, la cumbia, el jazz, la música moderna. En sí, nuestra trayectoria los últimos años, en cuanto al criterio y concepto de la música, es enteramente artístico, aparte de lo ideológico, por supuesto. Continuamente estamos tratando de renovar. Soy como el director técnico de un equipo de fútbol, debo crear la estrategia para que todo funcione. Somos un equipo de trabajo.



¿Cuántos artistas componen el grupo?
Está compuesto por un grupo base que sería las congas, la batería, el bajo, un par de guitarras eléctricas y el piano. Una flauta. Tres cantantes, son diez músicos. La intención es no dejar de tener esa identificación con la música latinoamericana a través de la instrumentación andina.
¿Cómo ha sido la respuesta del público ecuatoriano en este proceso?
Siempre ha sido buena. Pueblo Nuevo es considerado un grupo muy importante en Ecuador, representante en varios espacios artísticos internacionales y nacionales, donde canciones se han convertido en íconos. Lo importante es que esa idea de fusionar y estar todo el tiempo sonando cerca, de alguna manera, de la música moderna, hace que tengamos vigencia tanto en los papás como en espacios de jóvenes.
¿Cuál ha sido tu experiencia en este último Cosquín?
Energéticamente, ha sido impresionante. Las cuatro presentaciones han sido buenas, y ha habido buena respuesta del público. Esta edición hubo un público más vibrante. Nuestra energía y la del público estuvieron unidas y ha sido interesante. Recibir el aplauso cálido, sentido, energético, quiere decir que supimos comunicar lo que quisimos. Y eso es muy importante, fuera de lo económico, la recepción y disfrute del público de tu propuesta.
Se nota un respeto profundo por cada uno de los integrantes
Yo creo que eso es lo más importante. El poder tener un trato, más que de amigo, de hermanos. Hay hermanos más chicos y más grandes. Somos como una familia, por eso seguimos juntos. Pueblo Nuevo es una institución donde hemos ido ingresando varias personas y saliendo otros. Lo interesantísimo es poder compartir, siempre estamos juntos.
Seguramente en el 2015, cuando Pueblo Nuevo regrese a Cosquín lo harán con renovados bríos en su canto crítico, reflexivo, con dominio profesional para estrechar más aun lazos solidarios entre los pueblos de nuestro continente.  





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