8 abr 2014

EDITORIAL

¿Dónde queda el contrato social?

¿Será que la voluntad de linchamiento,  por el miedo  a la crisis de 2001, por el fantasma de perder las pertenencias, recorre el imaginario colectivo?
¿Será que una suerte de fascismo rudimentario organiza los valores hegemónicos de la sociedad, y emerge  un nuevo patrón de comportamiento?  
¿Será que  la ideología profunda de un sector importante de la sociedad argentina sale a la superficie?
Los últimos acontecimientos sucedidos en diferentes provincias del país
hablan de la necesidad imperante de reflexionar y tomar medidas urgentes para dar salidas armónicas dentro del sistema democrático en el que vivimos, aunque débil e imperfecto.
Si se hace “justicia por manos propias”, se rompen las reglas de convivencia democrática.
El estigma de ser morocho, joven y andar en moto, es igual a ladrón y con los ladrones se acabó la tolerancia, si no los mata la “seguridad”, los matan los ciudadanos.  Se terminan los derechos y las garantías jurídicas.
Cabe la pregunta: ¿qué hacer con ladrones de guantes blancos? Para quienes sí existen las garantías de todo tipo.
Pero nos detenemos en los hechos de linchamiento acaecidos en los últimos días en Rosario, Santa Fe, Capital Federal, Conurbano bonaerense. Donde se cruzan  violencia callejera, robos, narco, violaciones y la gente reacciona directamente sobre aquellos que logran alcanzar. ¿Cuál es la lógica que opera en la sociedad?
No será que debiéramos exigir reformas a los Códigos, que la justicia cumpla con las leyes, que la policía proteja a la sociedad que es su función, que haya políticas que inclusión que sean eficientes y alcance a todos los sectores que tienen necesidades de educación, trabajo, salud, vivienda, para recuperar la autoestima y no tengan que salir a delinquir.
¿No será que se deben implementar políticas correctas para que Argentina no se convierta en un país de consumo de narcóticos, de cocinas, y laboratorios y carteles que invadan el país?   
No será que como sociedad debemos preguntar cuál es el mensaje que estamos dejando a las nuevas generaciones, más allá de las ya conocidas herencias nefastas que acarrean?

Si la sociedad acepta los términos del delito por linchamiento se corre el gran riesgo de que la  “justicia por manos propias” sea el nuevo contrato social.

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