Conflicto
en el sistema educativo
¿De
qué estamos hablando?
Comienzo del año
lectivo. Asambleas durante las horas clase. Paro provincial. Paro nacional. Un
discurso. Propuestas insignificantes. Ningún acuerdo. Los chicos en el medio.
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¿A qué nos referimos
cuando decimos “salarios dignos”? ¿Cuál es el parámetro a tener en cuenta? ¿O
es que realmente nos hace falta generar y platear la discusión de que queremos
significar con salarios dignos?
En el mes de febrero se decidió una más que considerable suba de
remuneración para los legisladores (diputados y senadores) nacionales, por lo
que alguno de ellos van a percibir de ahora en adelante unos 35 mil pesos, sin
contar algunos otros beneficios. Explicaciones pertinentes: atraso salarial que sufrían respecto de otros
funcionarios nacionales; durante mucho tiempo las dietas estuvieron atrasadas
respecto de otros cargos; es un sinceramiento ya que había un desfasaje con los
sueldos de los cargos jerárquicos que era insostenible; sueldos muy atrasados
desde la última década, además es una buena oportunidad para aumentar el nivel
de transparencia en el Congreso; es un ajuste de una dieta que efectivamente
venía muy atrasada desde la última década, desde la crisis de 2001; es una
buena oportunidad para aumentar el nivel de transparencia y en rendición de
cuentas de nuestras actividades. Algunas
de las justificaciones argumentadas por los legisladores. Hasta se llegó a
escuchar de boca del presidente de la Cámara de Diputados: “Si no aumentamos, tenemos que dejar la política para los ricos y los
ladrones”.
Por medio del Boletín
Oficial se estableció un piso salarial para los maestros de 2.800 pesos, cuando
los docentes reclamaban 3.000.
Se decide hacer un paro a nivel nacional convocado Confederación de Trabajadores de la Educación de la
Argentina (Ctera), la Unión de Docentes Argentinos (UDA), el Sindicato de
Docentes Privados (Sadop), la Asociación del Magisterio de Enseñanza Técnica (AMET)
y la Confederación de Educadores Argentinos (CEA), al que adhirieron más de 10
provincias con un alto acatamiento en los establecimientos educativos.
Días antes los docentes de la provincia de Córdoba
realizaron igual medida de fuerza. El paro provincial fue la culminación de
asambleas previas de dos horas por turno en las primeras jornadas de clases.
En cuanto al conflicto
a nivel local, el Gobierno provincial ofreció una suba de 25 por ciento,
escalonada en cuatro tramos: siete por ciento en febrero, siete en mayo, seis
en agosto y cinco en noviembre. A esa mejora, el Gobierno dijo que debe sumarse
el boleto educativo, que representa unos 600 pesos de bolsillo para cada
docente. Los trabajadores de la educación están disconformes con la propuesta,
sobre todo en la forma escalonada que se pretende llevar a cabo.
No hace ni un mes que
se dio comienzo al periodo escolar y la situación es más que complicada. Los
docentes cordobeses estudian nuevas medidas de fuerza, no acatan la
conciliación obligatoria dispuesta por el Ministerio de Trabajo. El Gobierno
provincial aseguró que no se moverá de lo ya ofrecido. Es difícil poder tan
sólo imaginar que se cumplan los 180 días de clases dispuesto por ley.
Repacemos lo dicho por
los funcionarios de las diferentes reparticiones y estamentos.
Para Silioni, ministro
de Educación de la Nación, el paro es “incomprensible” y convocó a los gremios
que iniciaron el paro nacional a
superar el malestar. Además, negó que las paritarias hayan tenido un cierre
unilateral por parte del Gobierno -tal como acusaran los dirigentes sindicales-
y consideró que las negociaciones se acabaron por una posición inflexible de
los gremialistas.
El Jefe de Gobierno
provincial, Oscar González, cuestionó las diferentes medidas tomadas por los
docentes. Dijo: "La provincia
de de Córdoba ha hecho la mejor oferta salarial de toda la Argentina. Ninguna
provincia, mucho menos de la grandes, ha ofrecido el 25% de incremento" y
agregó que la provincia está al límite financiero. Mientras, el ministro de
Educación, Walter Grahovac, defendió la propuesta ya contempla que “en un tramo
de cinco meses, de febrero a junio, nadie va a cobrar menos de 400 pesos de
aumento y, a partir de julio, nadie va a cobrar menos de 750 hasta diciembre.
Llamó a los docentes a modificar su postura.
Quizás –casi con seguridad- los comentarios de la presidenta en su
discurso de inicio de sesiones legislativas fueron los más desacertados,
inexactos, fuera de contexto y los que sobresaltaron, aún más, el ánimos de los
docentes.
Justificar los dicho alegando que durante los últimos 8 años se ha dado
a los maestros el mayor reconocimiento, aumentos y estabilidad laboral no es
correcto. Es cierto que se consiguieron cosas importantes sobre todo el pasado
lustro. No es atinado decir que los docentes trabajan 4 horas por día, que
tienen 3 meses de vacaciones y que trabajan poco.
Retomemos las preguntas –y generemos y nos planteemos otras- formuladas
al principio del artículo.
¿Es justo y equitativo –otra discusión que queda pendiente, qué es justo
y equitativo, si es siquiera que pueden definirse- que un legislador logre un
aumento de casi el 100 por ciento y un maestro esté peleando por “3000” pesos? Parece descabellado,
irrisorio y hasta cómico que se plantee la situación que lleva al conflicto del
sistema educativo.
Como en todo, habrá legisladores buenos y malos, que gestionan y
presentan proyectos y quienes no, sin embargo ¿por qué nadie dice nada de las
horas que trabajan, de las vacaciones que se toman, de los beneficios que
tienen? Y cobran 30 mil pesos. Tal vez no esté mal. Pero de una vez nos
sinceremos. Ofrecerle a un docente 3000 mil pesos no es digno. No es un salario
digno, creo. Porque si un diputado o senador justifica su aumento diciendo que
si no la política sería para los ricos, ¿qué queda para los educadores? Con los
míseros sueldos que reciben deberían largar todo y dedicarse a otra cosa, y que
la educación la impartan los ricos. Pareciera, al fin y al cabo, que el que
legisla nunca fue al colegio y no sabe de que se trata y que el docente no
puede reclamar y pelear por sus condiciones de trabajo.
Seguramente faltan muchas discusiones, muchísimas, pero empecemos a
hablar de salario digno, no solo de los maestros, de todos. De equiparar para
arriba.
Centramos la cuestión sobre dos de las partes. ¿Qué pasa con los niños? Los
alumnos pierden días de clases. Y si repite lo de todos los años: terminan
siendo rehenes de una situación que lo excede pero del cual forman parte. Estudiantes,
sobre todo de los últimos años, deben apoyar a los docentes, y estoy seguro que
así es muchos casos. Deben sumarse los padres y la comunidad en general.
Estamos hablando de educación. Ni más ni menos.
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