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de Octubre: 500 años de encubrimiento de nuestra identidad.
América encubierta
Estuvimos presentes en el nombramiento como doctor
“honoris causa” de Félix Díaz, líder de la comunidad aborigen Potae Napocna
Navogoh de la provincia de Formosa. La Universidad Católica de Córdoba (UCC) le
entregó este título el pasado 21 de septiembre por su lucha incansable contra
los intereses económicos y políticos que quieren desalojar a esta comunidad de
su territorio ancestral. Una realidad que los pueblos originarios viven desde
hace 500 años.
¿Qué sería justicia para la Comunidad de la
Primavera?
Justicia
para mi es la devolución del territorio. Es el deseo y el anhelo de la
comunidad de que se respeten los territorios tradicional y ancestral que han
sido siempre ocupados por la misma comunidad. Sin eso no hay expectativas de
que se pueda encontrar algo positivo porque hay esta la vida.
¿Quiénes son los que están yendo en contra de su
comunidad?
Los
políticos principalmente. Son los que tienen mucho interés en seguir negociando
sobre nuestras tierras, sin consulta, sin participación. Deciden como si fueran
ellos los que son dueños de nuestra vida. Ya no queremos ser espectadores de lo
que nos pasa porque ya podemos distinguir lo que está bien y lo que está mal.
¿Qué expectativas les generó el juicio por las
fumigaciones de Barrio Ituzaingó?
Para
nosotros sería justo, si es que la justicia actúa, que la gente que hace daño
al ser humano. La soja no favorece a la vida sino favorece a la muerte de todos
los seres que habitan en el suelo. Esos
seres necesitan vida, necesitan respeto, necesitan su hábitat y no puede haber
una persona que fumiga sin respetar eso
por querer ganar plata y matar a otro, sin importar la vida. ¡Que se
prohibida este uso de los agrotóxicos que mata nuestra madre tierra y nuestro
aire!
Cuando las raíces se funden, se confunden.
La
historia de este continente Americano, llamado antiguamente Abia Yala, es una
historia de demasiada sangre derramada injustamente. Nos impusieron una
cultura, una lengua, un dios. Sin embargo muchos resistieron luchando por la
libertad. Hay muchos héroes conocidos, y desconocidos, que no quisieron la
esclavitud de sus hermanos.
Fue
un espantoso genocidio de 56 millones de hermanos indígenas. Luego, y como la
historia es injusta, 60 millones de africanos fueron arrancados de África para
traerlos como esclavos a este continente, solo 10 millones llegaron con vida.
Antes
nos enseñaban que los pueblos que habitaban estas tierras, habían desaparecido.
Se trataba de “un otro” ajeno, lejano,
distante a nosotros. ¿Qué tenían que ver por ejemplo los comechingones con
nuestro presente en Córdoba, con nuestra cultura occidental, con las nuevas
formas de vida en las ciudades?
Un
ejemplo de búsqueda de una identidad que parecía perdida es la de la comunidad
aborigen del pueblo de la Toma, que desde hace unos años se reconocieron como comechingones.
Trabajaron la memoria colectiva de su/nuestro pueblo. Ellos, ustedes, nosotros,
estamos en la comunidad aborigen del pueblo de la Toma reunidos para celebrar a
la Pachamama, madre tierra, a orillas del río Suquía. En lo que fue, por miles
de años, su territorio, hoy barrio Alberdi en la ciudad de Córdoba. ¿Saben
quiénes son sus ancestros? ¿Conocen la cultura de quienes vivían en estas sierras
antes de la llegada del conquistador español?
TAKI ONGOY
Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en que nuestros
dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado
entonces, no había dolores de hueso, no había fiebres, no había viruela, no
había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros
cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que
ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros
cazadores, sus sanguinarios perros de ojos extrañamente amarillos, sus perros
asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes
y sus caras blancas y su cabello amarillo y la ambición y el engaño y nuestro
dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos. Nada quedo en pie, todo lo
arrasaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. 56 millones de los
nuestros, 56 millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde
su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aun arde como ejemplo de lo que
fueron algunas de las más grandes culturas del mundo, se propague y arda en una
llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad.
Y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y
esclavizaron a un continente entero para saquear la plata el oro y la tierra.
De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses
atemorizándonos con horribles castigos, como si pudieran haber castigo mayor
que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejando que entraran en nuestra casa y templos y valles.
Peros no nos han vendido. Hoy al igual que ayer todavía peleamos por
nuestra Libertad.
Texto
n° 1 del disco Taky Ongoy de Victor Heredia, 1986.
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