De las lomadas ni hablar
Y si nos referimos al estado
de los caminos, no nos podemos olvidar de las lomadas. Harto hablar de ellas.
Ese instrumento vial que debería (sí, debería) funcionar como mecanismo de
prevención de hechos de tránsito, que se construye para que, en zonas de alta
velocidad, se aminore el andar de vehículos.
Nada de eso sucede por estos
lados. Pasa lo contrario. Es tal la ausencia de mantenimiento que los lomo de burro que se convierten en
elementos más bien peligrosos. Nula señalización y cartelería, falta de
pintura, desgastadas, son algunas de las características que podemos encontrar
en la lomadas si recorremos las ciudades del Departamento Colón.
Tan sólo se hace necesario
hacer el trayecto entre Unquillo y Río Ceballos (o viceversa) para contabilizar
cuántas son la lomadas que nos pasamos por alto, es decir, de que nos damos
cuenta de que están ahí cuando es demasiado tarde. Y el fin de éstas, a falta
de mantención, ya no es eficiente. Es más, se convierten en simples obstáculos
que ponen en peligro tanto a los transeúntes como a los que viajan en
vehículos.
Las consecuencias del
temporal
Es sabido las diversas
consecuencias que dejó en las ciudades de Sierras Chicas el paso del temporal
del 15 de febrero, que tuvo su réplica, afectando principalmente a Villa
Allende y Mendiolaza, el sábado 2 de marzo a la madrugada. Sin duda, lo peor
fue el fallecimiento de un vecino de Mendiolaza y el destrozo de viviendas.
Pero hay aspectos que la
inundación, el viento y la piedra, sólo han profundizado aún más. Uno de ellos
es el lamentable estado de las calles y avenidas de las localidades. Y en esto
puede plantearse una doble excusa: plantear que los caminos se destruyeron por
temporal por lo cual hay que arreglarlos (lo que sería lógico), y, por otro
lado, la excusa de que es tanto el deterioro y no se cuenta con la maquinaria
ideal para solucionarlo, lo que conllevará a que pase bastante tiempo hasta que
se pueda reparar.
Lo cierto es que, en todo el
corredor, la falta de mantención de las calles, sobre todo y principalmente las
de tierra, es algo común y que va más allá de los episodios climáticos del
último mes. Lo vemos a diario en Río Ceballos, Unquillo, Salsipuedes y, claro,
en la intransitable Avenida Goycochea de la localidad de Villa Allende y la
ruta que une Ascochinga con Jesús María.
Entonces, ¿le seguimos
echando la culpa a la naturaleza y sus consecuencias o se pone manos a la obra
para dignificar el andar libre de las ciudadanos?
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