En la séptima luna de Cosquín Ecuador estuvo presente
Pueblo Nuevo brilló con su
expresión del paisaje latinoamericano
Por Adriana Spila
En la
54 Edición del Festival de Cosquín, Pueblo Nuevo, el legendario grupo del canto
popular ecuatoriano y latinoamericano, subió al escenario Atahualpa Yupanqui
por cuarto año consecutivo. Esta vez con
un miembro reincorporado, Juan Paredes, quien se sumó a esa formación allá por
el año 76.
Previo
a su presentación, se proyectó un documental, a modo de homenaje, de la
cantante Carlota Jaramillo; inmediatamente
Pueblo Nuevo inició su presentación con un pasillo brillantemente interpretado: “Ángel de Luz” y
ahí nomás “Ojos de Cielo” que con gran sorpresa para el público fue cantado con
su autor Victor Heredia. La plaza
colmada aplaudía y pedía “otra, otra”, ante lo cual el grupo ecuatoriano
interpretó “Negra del Alma” y a continuación una chacarera (la del Exilio de Rally
Barrionuevo) a la que se animaron muy reverentemente, como reconocimiento de
nuestra música folclórica, acompañados de un público que respetó, escuchó y reconoció ampliamente la estética,
la calidad musical y cantoral de la
propuesta.
Luego de su cuarto tema la Comisión Organizadora
entregó el tradicional poncho coscoíno a la Embajadora de ese país, que estuvo
presente para acompañar y felicitar a tan reconocido conjunto que realizara un
impecable trabajo: apasionado, mágico, ritual, sobre el escenario mayor de
América latina en lo que refiere al canto, danza, poesía y música popular. No
hubo más tiempo para las otras canciones que quedaron en el tintero y que
seguramente en el 2015 podrán reeditar.
Compartimos
asaditos, almuerzos, cenas, guitarreadas,
peñas, escenario en la prueba de sonido
al rayo de un sol muy caliente que dejó a los artistas serranos al borde de la
deshidratación, y largas conversas
recordando aquellos duros años de Argentina que me tocó vivir en Ecuador y todo
lo que ello significó. Estrechamos con mucha emoción y alegría nuestros
vínculos de amistad, de afecto y lazos solidarios.
De
una extensa charla, a modo de entrevista, con Miguel Mora Witt, uno de los
fundadores del grupo, y Leonardo Cárdenas, actual Director Musical, rescatamos
la esencia, el compromiso, la seriedad y la pasión con que Pueblo Nuevo
interpreta su propio cancionero y el de otros autores.
Miguel
Mora Witt Director Artístico del grupo Pueblo Nuevo del Ecuador
¿Miguel
cuándo surge Pueblo Nuevo?
Pueblo Nuevo surge en 1975.
La historia se remonta a ese año en la facultad de Medicina de la Universidad
Central de Quito, cuando seis estudiantes de fundamos el grupo con un
denominador común que era el gran amor por la canción latinoamericana. No
obstante nos dimos cuenta que no todos podíamos manejar el timón del barco y
que había que dividir un poco las tareas. Y, en ese recorrido, empezamos a
aprender instrumentación latinoamericana, desde los inicios mismos de sus
raíces. Entonces, comenzamos por aprender a afinar y tocar un charango, un
cuatro o un tres cubano, junto con las quenas, las zampoñas. Todo eso unido a
las guitarras, fue haciendo lo que en un principio, y desde siempre, se
constituyó en la voz de lo que queríamos decir a través de la canción. Nos
tomamos prestada la expresión del poeta argentino Héctor Agosti: cantar opinando, y desde entonces manejamos
ese criterio. Y de Horacio Guaraní: hacer
amigos es nuestro oficio, el otro derrotero que seguimos. Andar interminable
por Latinoamérica, acompañados y acompañando amistades, afectos, dolores, discrepancias,
solidaridades...
¿De
qué manera conjugaron la medicina con la música?
Contrariamente a lo que se
piensa, hay disciplinas que de distintas maneras y motivaciones guardan relación
con la música: la arquitectura, la medicina, incluso las matemáticas. Muchos
médicos tienen gran afición por la música porque desarrollan el oído. Para
nosotros en ese entonces fue muy estimulante juntarnos, unir talentos desde una
vocación que nació en paralelo con la preocupación por la política
latinoamericana a la que nunca fuimos ajenos, siempre vinculados a los procesos
de izquierda que iban diluyendo indeclinablemente bajo la instauración de
dictaduras, especialmente en el cono sur. Muchos años pasaron, muchos hasta que
llegó el momento actual, hace siete años se inicia un período que es para
nosotros fundamental, el de Rafael Correa –Presidente de Ecuador- con quien
hemos empujado desde nuestro oficio a la Revolución Ciudadana, de Patria
solidaria.
Correa,
que a veces los acompaña en el canto…
Sí. Él dice que es una voz
en Pueblo Nuevo. Es un amante profundo de la canción latinoamericana, tiene un
repertorio inmenso en su memoria. Es muy satisfactorio para nosotros compartir
esa faceta del Presidente, por el lado de la música, y somos conscientes de la dimensión
que tiene Rafael sobre los cambios que
hay que hacer en América Latina, comenzando por lo económicos. Él cree que hay
que cambiar la matriz productiva de los países latinoamericanos, hay que
hacerlos competitivos, y, también, individual y colectivamente fuertes para
protegerse y crecer desde sus propias convicciones y autodeterminación.
La
música es la expresión del paisaje y del exilio latinoamericano
Si. Desde procesos
diferentes, el del cono sur ha sido sumamente doloroso. Creo que no se asemeja
a lo que sucedió en otros lugares de América Latina, a excepción de algunos países
de Centro América. El Ecuador no ha estado exento pues hubo represión, exilio,
y una marginación que contribuyó a la no consolidación de partidos políticos de
izquierda. Pero pese a todo, nuestro país fue generoso con el asilo, la
integración de muchos amigos que tuvieron una suerte de balsa para asirse y quedarse.
Hubo
un gran choque cultural en la integración
Hay algunos hábitos
ecuatorianos que cambiaron a raíz de la llegada de latinos de diferentes
países. Desde el saludo con beso, que antes no era común para nosotros, hasta
muchas costumbres gastronómicas que acogimos. Prácticas de las cuales nos apropiamos.
Fueron épocas muy interesantes, que se nutrieron además, del pensamiento de
grandes personalidades políticas y culturales, que nos permitieron crecer a
todos.
¿Cómo
llegaron a Cosquín?
Cosquín tiene una trayectoria
muy importante, de más de cincuenta años, y teníamos la referencia del Festival
como uno de los más grandes, por el que habían pasado figuras universales. La amistad con algunos de los compañeros
organizadores del Festival, ha posibilitado un hermanamiento que permitió que
muchos artistas argentinos vayan a Quito, y nosotros a Cosquín. Ésta en la cuarta vez, todas las
presentaciones han sido distintas, inigualables. Cosquín es un Festival
entrañable.
¿Y
la respuesta del público?
Ha sido muy generosa y
emotiva, en ésta, la más reciente, creo que se juntaron algunas cosas: cantar dos ritmos populares del Ecuador, el
homenaje que hizo Cosquín a Carlota Jaramillo, cantar Ojos de Cielo con Víctor
Heredia (en el próximo disco, que es el de los cuarenta años del grupo, hemos
conversado con Víctor para incluir otro de
sus temas llamado Bailando con tu sombra,
Alelí, que, además, me contó, es una experiencia nacida del Ecuador, de una
cárcel ecuatoriana), y concluir con una chacarera de Raly Barrionuevo, Chacarera del exilio, que es una canción
que tiene un marcado acento de cambio social y una mirada latinoamericana muy
fresca.
¿Hubo
cambios en 40 años?
Hemos sido fieles a la
canción social, a no renunciar a ella. Se ha trabajado mucho la poética,
primero latinoamericana y luego
ecuatoriana; musicalizado a muchos autores
y cantado nuestras versiones de canciones de algunos autores que nos parecen
fundamentales. Buena parte del camino nuestro ha sido la canción propia, la
canción de autor.
Leonardo
Cárdenas Palacios Director Musical del Grupo Pueblo Nuevo del Ecuador
¿Leonardo
desde cuándo formas parte del grupo?
Hace varios años escuché
Pueblo Nuevo por primera vez. En ese momento, eran el grupo folclórico en Ecuador; tiempo de dictaduras y todo un
sistema represivo en América. Me llamó tanto la atención el grupo, era tan
diferente a lo que se escuchaba por radio, hacían un tipo de música distinta.
Cuando tendría 15 años, Ernesto Guerrero, que era vecino de mi barrio y miembro
del grupo, me hizo el primer contacto. Me prestó unos casettes, los escuché y
me parecieron formidables. Yo ya estaba estudiando música en ese tiempo. Él me
abrió las puertas de Pueblo Nuevo, Luego me trasladé a Quito a vivir y conocí a
Julio Bueno quien fue director musical del grupo, y para mí un gran referente
musical. Me decía a mí mismo que tenía que entrar en algún momento a Pueblo
Nuevo a tocar, yo tocaba el piano, la guitarra, y cantaba. Bueno me llevó y me
hizo un ensayo; después de un tiempo me dejó al frente de Pueblo Nuevo, confiándome
una responsabilidad muy grande. Habré tenido en ese entonces 18 años e ingresé
definitivamente como miembro de Pueblo Nuevo. Trabajé hasta los 26 y tuve un
pequeño receso. Volví en el 2000, desde ahí no he dejado de tocar con ellos.
Nunca me imaginé ser el director musical de Pueblo Nuevo.
¿Cómo
describirías a Pueblo Nuevo?
Es un grupo de avanzada, que
ha ido incrementando nuevas tendencias de música, y, sobre todo, renovando su
concepto real de las fusiones, lo que ahora buscamos trabajar. Hemos tratado de
estar acorde con las tendencias musicales de esta época, el folk, el rock, la
cumbia, el jazz, la música moderna. En sí, nuestra trayectoria los últimos
años, en cuanto al criterio y concepto de la música, es enteramente artístico,
aparte de lo ideológico, por supuesto. Continuamente estamos tratando de
renovar. Soy como el director técnico de un equipo de fútbol, debo crear la
estrategia para que todo funcione. Somos un equipo de trabajo.
¿Cuántos
artistas componen el grupo?
Está compuesto por un grupo
base que sería las congas, la batería, el bajo, un par de guitarras eléctricas
y el piano. Una flauta. Tres cantantes, son diez músicos. La intención es no
dejar de tener esa identificación con la música latinoamericana a través de la
instrumentación andina.
¿Cómo
ha sido la respuesta del público ecuatoriano en este proceso?
Siempre ha sido buena.
Pueblo Nuevo es considerado un grupo muy importante en Ecuador, representante
en varios espacios artísticos internacionales y nacionales, donde canciones se
han convertido en íconos. Lo importante es que esa idea de fusionar y estar
todo el tiempo sonando cerca, de alguna manera, de la música moderna, hace que
tengamos vigencia tanto en los papás como en espacios de jóvenes.
¿Cuál
ha sido tu experiencia en este último Cosquín?
Energéticamente, ha sido
impresionante. Las cuatro presentaciones han sido buenas, y ha habido buena
respuesta del público. Esta edición hubo un público más vibrante. Nuestra
energía y la del público estuvieron unidas y ha sido interesante. Recibir el
aplauso cálido, sentido, energético, quiere decir que supimos comunicar lo que
quisimos. Y eso es muy importante, fuera de lo económico, la recepción y
disfrute del público de tu propuesta.
Se
nota un respeto profundo por cada uno de los integrantes
Yo creo que eso es lo más
importante. El poder tener un trato, más que de amigo, de hermanos. Hay
hermanos más chicos y más grandes. Somos como una familia, por eso seguimos
juntos. Pueblo Nuevo es una institución donde hemos ido ingresando varias personas
y saliendo otros. Lo interesantísimo es poder compartir, siempre estamos
juntos.
Seguramente
en el 2015, cuando Pueblo Nuevo regrese a Cosquín lo harán con renovados bríos en
su canto crítico, reflexivo, con dominio profesional para estrechar más aun lazos
solidarios entre los pueblos de nuestro continente.
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