¿Dónde queda el contrato social?
¿Será que la voluntad de linchamiento, por el miedo a la crisis de 2001, por el fantasma de perder
las pertenencias, recorre el imaginario colectivo?
¿Será que una suerte de fascismo
rudimentario organiza los valores hegemónicos de la sociedad, y emerge un nuevo patrón de comportamiento?
¿Será
que la ideología profunda de un sector importante
de la sociedad argentina sale a la superficie?
Los últimos acontecimientos sucedidos
en diferentes provincias del país
hablan de la necesidad imperante de
reflexionar y tomar medidas urgentes para dar salidas armónicas dentro del
sistema democrático en el que vivimos, aunque débil e imperfecto.
Si se hace “justicia por manos
propias”, se rompen las reglas de convivencia democrática.
El estigma de ser morocho, joven y
andar en moto, es igual a ladrón y con los ladrones se acabó la tolerancia, si
no los mata la “seguridad”, los matan los ciudadanos. Se terminan los derechos y las garantías
jurídicas.
Cabe la pregunta: ¿qué hacer con
ladrones de guantes blancos? Para quienes sí existen las garantías de todo
tipo.
Pero nos detenemos en los hechos de
linchamiento acaecidos en los últimos días en Rosario, Santa Fe, Capital
Federal, Conurbano bonaerense. Donde se cruzan
violencia callejera, robos, narco, violaciones y la gente reacciona
directamente sobre aquellos que logran alcanzar. ¿Cuál es la lógica que opera
en la sociedad?
No será que debiéramos exigir reformas a
los Códigos, que la justicia cumpla con las leyes, que la policía proteja a la
sociedad que es su función, que haya políticas que inclusión que sean
eficientes y alcance a todos los sectores que tienen necesidades de educación,
trabajo, salud, vivienda, para recuperar la autoestima y no tengan que salir a
delinquir.
¿No será que se deben implementar
políticas correctas para que Argentina no se convierta en un país de consumo de
narcóticos, de cocinas, y laboratorios y carteles que invadan el país?
No será que como sociedad debemos
preguntar cuál es el mensaje que estamos dejando a las nuevas generaciones, más
allá de las ya conocidas herencias nefastas que acarrean?
Si la sociedad acepta los términos del
delito por linchamiento se corre el gran riesgo de que la “justicia por manos propias” sea el nuevo
contrato social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario