25 jun 2013

DÍA DEL PERIODISTA- INFORME

La irresistible levedad del ser

7 de junio de 1810
“Rara felicidad de los tiempos en los que se puede sentir lo que se quiere y decir lo que se siente” rezaba el lema de La Gazeta de Buenos Ayres el jueves 7 de junio de 1810 cuando inició su circulación el primer órgano de difusión y defensa de los ideales revolucionarios de Mayo; pergeñado por el infatigable Mariano Moreno para que los ciudadanos de la aldea estuvieran al tanto de los hechos, pensamientos y conductas de sus representantes.
Desde entonces regueros de tinta han recorrido la geografía del país, que tan tempranamente como su independencia comprendía  también de la importancia de contar con un sistema de información propio, legado que luego impulsó la creación de otros periódicos como vehículos de ideas, instrumentos de militancia y hasta puestos de combate;  para Domingo F. Sarmiento era una herramienta para “educar al soberano”  y veneraba  la comunicación escrita ya que era la manera más idónea de registrar la historia, conocer las necesidades de los ciudadanos y a la vez, eficaz para vigilar y controlar a los poderes, sostenía Sarmiento que el diario era para los pueblos modernos, lo que el foro para los atenienses.
La importancia otorgada a la “letra de molde” en nuestra sociedad está indefectiblemente asociada a nuestra forma de ser, “cuando se estudia y analiza nuestro pasado, la formación de la conciencia nacional y aún nuestro presente, no puede prescindirse del periodismo, actividad a la que recurrieron nuestros próceres, militares, políticos, jefes religiosos, intelectuales y científicos” (Emilio Corbière, 1992) ya que también es la prensa, la que registra cotidianamente nuestra ideas y costumbres, aún frente a un mundo infocomunicacional  como el actual, la palabra escrita no pierde vigencia ni prestigio.

25 de mayo de 1938                                                                                                 
Hasta comienzos del siglo XX, el periodismo argentino mantuvo esa impronta de ser una forma de  expresión de los sectores dominantes que por medio de la prensa imponía sus ideas, medios y periodistas estaban articulados en esa tarea; los periodistas se consideraban a sí mismos como intelectuales cuyo único interés era la formación de la opinión pública; apostolado que  podían cumplir masivamente ya que hacia 1910 en Argentina circulaban 2 millones de ejemplares diarios a través de sólo cinco medios impresos: Crítica, Noticias Gráficas, La Prensa, La Nación y El Mundo.
El descomunal desarrollo de la prensa escrita transformó las relaciones de producción y convirtió al periodismo en una industria que no podía seguir sosteniendo su vínculo laboral sólo en la defensa de los ideales. Para otorgarle un marco legal acorde a los tiempos que habían convertido a la noticia en una mercancía amparada en la libertad de expresión, el Círculo de la Prensa de Córdoba organizó el Congreso Nacional de Periodistas que se llevó a cabo el 25 de mayo de 1938, del que surgen el borrador del Estatuto del Periodista y la consagración del 7 de junio como la fecha marcada en el calendario para pensar qué representa la libertad de pensamiento tanto para las empresas como para el Estado.
El cambio de paradigma permitió una redefinición de la labor periodística, el pasaje del periodista bohemio que solo vivía para difundir ideas a la proletarización de la profesión más acorde con la prensa industrial moderna,  “dada la complejidad de la división de trabajo en la prensa moderna, las relaciones entre periodistas y propietarios habían dejado de ser puramente privadas para convertirse en una cuestión pública. En las disputas cada vez más notorias entre periodistas individuales y propietarios de grandes diarios, sólo el Estado tiene la capacidad de ejercer una mediación y defender a los primeros, que son, al fin de cuentas, los que producen el contenido público de los diarios” (James Cane,  Prensa y peronismo[2007]).

7 de junio 2013
Si bien la tradicional definición de periodismo como actividad informativa en cualquier medio de difusión que recoge acontecimientos para presentarlos a la opinión pública, prestando un servicio de interpretación y orientación a la población no ha variado sustancialmente, el salto tecnológico de los últimos años está produciendo cambios notables en las relaciones de los medios con el público. Hoy cualquier ciudadano que tenga una cámara digital a mano, un teléfono móvil con cámara, puede registrar la realidad y merced a Internet distribuir ese hecho por la red en sólo un clic de tiempo, eliminado la intermediación como principal patrimonio profesional.
El descomunal avance de las tecnologías de la información y la comunicación no constituye el único factor de cambio en la histórica relación entre la prensa y la sociedad, los significativos avances que la actual coyuntura política ha introducido en el medio, permite una nueva mirada del rol político, social y cultural de la comunicación y sus actores, de la que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no es ajena.
Producto de ello son hoy son los nuevos puestos de trabajo en el sector audiovisual, las radios escolares, las nuevas señales de televisión comunitarias, los nuevos cables, la despenalización de los delitos de calumnias e injurias, la declaración de interés público de la producción del papel para periódicos, el fomento a la producción local, los dispositivos de capacitación a los usuarios en el uso de recursos mediáticos y otra variada gama de mecanismos para promover una mayor participación de los ciudadanos en los medios de comunicación.



El resultado –de hoy, de 1938, de 1810- sigue siendo el rol del periodismo, el Estado y las empresas;  que al de ayer lo concibieran los periodistas de las grandes empresas y al de hoy los que trabajan en la comunicación popular, es un indicio que nos indica cuál es el lugar de los periodistas en la construcción de ciudadanía, como señala Tomás Eloy Martínez: “el periodismo es ante todo, un acto de servicio. Es ponerse en el lugar del otro, y a veces, ser otro”.

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