25 jun 2013

OPINIÓN

Mónica Videla
No siempre que muere el perro…

…se acaba la rabia, como sostiene el dicho popular; en algunas ocasiones la rabia queda diseminada  en los intersticios de la sociedad y regresa cuando lo menos lo esperamos.
El oportunismo político que caracteriza al gobernador de Córdoba, se reveló nuevamente ante la muerte en una cárcel común,  condenado por crímenes de lesa humanidad del ex general  genocida Jorge Rafael Videla; el momento fue propicio para que el mandatario provincial, arremetiera contra la política de derechos humanos que desde el año 2003 se viene llevando adelante desde el gobierno nacional.
Las diatribas de la Sota no son una novedad, como tampoco lo son el momento ni las circunstancias, siempre que opina sobre el tema la matriz ideológica de la “teoría de los demonios”  queda expuesta, sea para reprender a madres por el descuido de sus hijos, sea para pedir un baño de reconciliación, sea con la actitud de no participar en los actos recordatorios del 24 de marzo de 1976 o claramente, no involucrándose en los juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos en la provincia de la que es gobernador hace diez años.
No obstante su pensamiento político y ético respecto a la última dictadura militar, los juicios por verdad y justicia, las políticas de la memoria y los derechos humanos,  el paroxismo de su comportamiento se devela aterrador ante la propuesta de “negociación” con los genocidas para obtener información; “el gobierno nacional desarrolla una política del resentimiento, en vez de negociar para conseguir la información necesaria…” .
Veamos, negociar es mercantilizar, comprar, vender, mercar. Entonces la pregunta de rigor es ¿qué negociar? ¿con quienes? ¿a cambio de qué? Y la respuesta la proporciona el mismo  gobernador, “te ofrezco reducirte las penas si me decís realmente dónde están los que nos faltan” .  Clarísimo, a ustedes que cometieron crímenes aberrantes y por los que fueron y están siendo juzgados, yo les vengo a proponer que hagamos un negocio donde la mercancía no es la información que pudieran proporcionar, sino los miles de hombres, mujeres y niños, asesinados, torturados, secuestrados por ustedes, a cambio de olvidarnos de lo que pasó, porque  yo José Manuel de la Sota en nombre de una reconciliación que nadie me pidió, les ofrezco no sólo la reducción de las penas, sino también el indulto como parte de pago.
Los delitos de lesa humanidad no son objeto de transacción, tal como lo han expuesto las víctimas del terrorismo de estado, sus familiares y los organismos de derechos humanos  que desde hace años luchan por memoria, verdad y justicia;  como señaló la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto en respuesta a los dichos del gobernador: “La reapertura de los procesos judiciales clausuró una larga etapa de impunidad y constituyó el principal avance en materia de justicia en la última década. Los juicios son un ejemplo a nivel regional y global de cómo el Estado puede asumir la persecución penal de estos crímenes con tribunales nacionales conforme lo dispone la ley, enmarcados en el derecho a la defensa y el debido proceso legal y reforzando los derechos humanos y el fortalecimiento de las instituciones democráticas”.
Es así, no es banalizando el horror como se llega a la verdad,  porque con propuestas  como las del gobernador de la provincia, sólo logramos que la serpiente plácidamente continúe poniendo huevos.


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