El último
informe elaborado por el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) donde se consignaban severas fallas en lo que
respecta al sistema educativo argentino, observa entre otras cosas, “el estancamiento de la matricula escolar, la
imposibilidad de retener a los alumnos dentro del sistema, problemas en los
establecimientos escolares para encontrar una forma para establecer relaciones
fluidas con los estudiantes por la desigualdad socioeducativa y por observar
rasgos discriminatorios que deja como resultado una baja calidad del
aprendizaje”.
Si bien es cierto
que estas dificultades existen en el sistema educativo en general, no es menos cierto que los establecimientos
educativos también se han visto forzados a correr su eje central, que es impartir conocimiento, para atender otras
problemáticas de la realidad social que se expresan en la escuela, colegios y
casas de estudios. Problemáticas que trascienden en muchos casos la función
principal de la educación, como la violencia social, familiar, de género, bullyng, sexualidad, entre otros temas que
demandan esfuerzos extras del cuerpo docente y que precariza de alguna manera la
calidad educativa y que deja como
resultado, el bajo rendimiento, no como menores
capacidades intelectuales sino más bien por las diferencias culturales y de
identidad social que se expresan en la organización escolar.
Sin contar específicamente
los problemas de los docentes respecto del salario, capacitación para dar
respuesta a nuevas demandas y la propia problemática de cada uno/a que también
trasunta en la función diaria de su función.
Bordieu define como Capital
cultural: a las “formas de
conocimiento, educación, habilidades, y ventajas que tiene una persona y que le
dan un estatus más alto dentro de la sociedad. En principio, son los padres
quienes proveen al niño de cierto capital cultural, transmitiéndole actitudes y
conocimiento necesarios para desarrollarse en el sistema educativo actual. Es
lo que diferencia a una sociedad de otras, en ella se encuentran las
características que comparten los miembros de dicha sociedad, tradiciones,
formas de gobierno, distintas religiones, etc. Y el cual se adquiere y se
refleja en el seno familiar y se refuerza en las escuelas y situaciones de vida
diaria.
Más adelante, el mismo autor añade a la lista
(capital económico, social y cultural), el capital simbólico, que consiste en una serie de propiedades
intangibles inherentes al sujeto que únicamente pueden existir en medida que
sean reconocidas por los demás.
Este concepto ha sido de todas maneras cuestionado
por diferentes investigadores y expresan que no está claramente definido a pesar de
haberse llevado a la práctica de formas variadas (Sullivan, 2002).
El capital cultural está
directamente asociado con muchos otros conceptos de ciencias sociales y
humanas. Se encuentra presente en muchas áreas de estudio, como la política, la
filosofía , el arte y la pedagogía etc.
Dado que el capital cultural es
algo que se va adquiriendo, está íntimamente ligado con los procesos cognitivos
y educativos. Durante la década de 1970, Bourdieu exploró el impacto del
capital cultural y llegó a la conclusión de que, por lo regular, los padres de
niveles socioeconómicos más altos proveen a sus hijos de ciertas habilidades y
actitudes que les permiten acercarse a las instituciones educativas con mayor
familiaridad y comodidad, ya que estas se encuentran dentro de su habitus; estos niños serán, por
lo tanto, más proclives a ser exitosos académicamente. El capital cultural
muchas veces se manifiesta a través de los intereses y el consumo cultural del
individuo. (Hampden-Thompson, 2012)
Por el contrario, los niños que
crecen en ambientes violentos y/o pobres suelen presentar un déficit de capital
cultural; esto está estrechamente relacionado con el hecho de que las
necesidades de tipo económico exigen que los niños abandonen la escuela a
edades muy tempranas para ponerse a trabajar. El desarrollo de sus capacidades
de interacción social también se ve minado: las calles representan un espacio
peligroso, obligándolos a pasar la mayor parte del tiempo dentro de casa, y la
socialización es uno de los factores que incrementan el capital cultural de una
persona. El capital social y el capital cultural se enriquecen entre sí.
(Hernández, Grineski, 2013).
Para superar estas diferencias
y para que el capital cultural sea patrimonio de toda la sociedad, se hace necesario replantear algunas
cuestiones que hacen a la reproducción de la cultura dominante, estrechamente
ligada a las políticas de los Estados.
Ordenanza Bromatológica
El Colegio de Químicos y Bromatólogos de Córdoba,
está impulsando en todos los municipios de la provincia que no tengan regulado
el control bromatológico alimenticio, la
creación Ordenanzas adecuadas a las
exigencias del Código Alimentario Argentino para generar certeza y tranquilidad
en la producción de alimentos saludables.
En caso de Río Ceballos desde hace tiempo han
presentado el proyecto que aun tiene respuesta.
Los integrantes de ambos Colegios han solicitado al
Concejo Deliberante de la Ciudad, tengan a bien darle una solución
satisfactoria a la petición de la creación de la norma que regula el control
bromatológico que comprende a los establecimientos elaboradores alimentos y/o
fraccionamiento, Restaurants, Casas de comida Rápida, comedores escolares,
comedores de empresa, hoteles etc…
Por su lado ambos Colegios ofrecen los
conocimientos de sus profesionales . Una vez que la Ordenanza esté en funcionamiento, se deberá crear el
registro de profesionales universitarios que serán los que lleven a cabo la
supervisión de la tareas pertinentes a dichos controles.
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