CUIDADO!!! ATENCIÓN
AL CLIENTE
Seguramente,
se acordará y si no, se lo recuerdo, que uno de los argumentos centrales, entre
otros, para las privatizaciones de empresas y organismos estatales en la década
neoliberal peronista del ’90 (basta de echarle la culpa a Menem), era el
deficiente servicio y la mala atención de los usuarios de las mismas.
Doña
Rosa despotricaba por la boca de muchos comunicadores sociales al servicio de
esos intereses, sin duda con el acompañamiento cómplice de una gran parte de la
ciudadanía.
En
esa vorágine fueron desguazados bancos nacionales y provinciales, telefonía,
servicios sanitarios, canales televisivos, transporte, electricidad y demás rubros
conexos.
Conjuntamente
con la privatización, mutamos de usuarios a clientes y en ese tránsito hemos
asistido a la aparición, cual hongos después del aguacero, de distintas
secciones, departamentos u oficinas de atención al cliente, en sus distintas
modalidades: personalizada, vía telefónica, correo digital, páginas web, etc.
Supuestamente
todas las variantes con la misma finalidad, brindar un servicio de mejor
calidad y más simple a clientes, amigos, asociados, usuarios y beneficiarios de
dichas corporaciones.
Ahora
a través de estos mecanismos se puede contactar con “su empresa”, a los fines
de efectuar consultas, reclamos, sugerencias o inquietudes varias, casi sin
moverse de su casa.
Delicias
de la modernidad que le dicen, en la que la tecnología suplanta al personal,
por lo que se ahorran sueldos y maximizan ganancias.
Seguro
le ha tocado en algún momento, tener que acudir a ATENCIÓN AL CLIENTE para
reclamar frente a algún incumplimiento, consultar algo, rogar que no lo acosen
con llamadas no deseadas o darse de baja en su calidad de cliente.
En
ese fatídico momento, Ud. tomó conciencia que el sistema no estaba pensado ni
instrumentado para resolver sus problemas o facilitar su existencia, y a partir
de allí comienzan sus desvelos que lo pondrán al borde de un día de furia.
Primero,
frente al percance, Ud. se dirige a la sucursal de su pueblo o ciudad y en el
mostrador correspondiente una persona (por lo general una señorita muy
agraciada, cuidada y llena de mohines), previa amansadora de un tiempo más que
tolerable, lo atiende detrás de un monitor de PC, y antes que pueda exponer sus
penurias, le pide sus datos, Nº de socio, carnet y cuota al día, mientras
abstraída de su presencia aporrea el teclado de la máquina por largos minutos,
en tanto Ud. sigue con el traje de hombre invisible.
Cuando
por fin logra exponer el motivo de su visita, esperanzado en una respuesta
favorable de la encargada, ésta se destapa con un: “ese tipo de gestión
solamente se puede hacer vía internet, a través del correo electrónico que
aparece impreso en la página Web correspondiente, a la que deberá ingresar en
forma privada, creando una dirección de correo propia con su correspondiente
contraseña.
Asimismo
le informa que para agilizar el trámite y ganar tiempo puede llamar a los 0800,
0810 y teléfonos comunes que también figuran en la página digital corporativa.
A
todo esto ya ha perdido toda la mañana o casi y su desconsuelo no tiene fin,
sobre todo si en su casa no tiene PC, internet, o no sabe manejarla y tiene que
pedir a un hijo, nieto, amigo o compañero de oficina que lo ayude.
No
obstante se arma de valor y arremete contra los 0800, tomando en cuenta que sus
penurias no han terminado ya que durante horas intenta establecer contacto y
nada, cuando lo logra, después de mucho insistir, una voz impersonal le pide
que digite el Nº de interno con el que se quiere comunicar, del que Ud. no
tiene la menor idea.
Si
vuelve a la carga, la voz le indicará: para comunicarse con reclamos digite 1,
con resúmenes 2, extravíos, 3, consultas 4. Si elige alguna de ellas, se abren
otras opciones y la calesita sigue y si al fin completa todas, una voz le dirá
que todos los operadores se encuentran ocupados y que deberá llamar en otro
momento, cuando no se corta la comunicación.
A
esta altura de los acontecimientos, no ha podido resolver nada, su paciencia se
ha visto desbordada y el teléfono yace destrozado contra el piso.
Si
esto le parece molesto, pretenda que lo atiendan en aquellos bancos en las que
los han bancarizado manu militari y sin derecho al pataleo, con el acuerdo conveniente
de los oficialismos de turno.
Ricardo Luis Mascheroni
Docente
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