16 oct 2012

Día de la Diversidad Cultural


12 de Octubre: 500 años de encubrimiento de nuestra identidad.

América encubierta

Estuvimos presentes en el nombramiento como doctor “honoris causa” de Félix Díaz, líder de la comunidad aborigen Potae Napocna Navogoh de la provincia de Formosa. La Universidad Católica de Córdoba (UCC) le entregó este título el pasado 21 de septiembre por su lucha incansable contra los intereses económicos y políticos que quieren desalojar a esta comunidad de su territorio ancestral. Una realidad que los pueblos originarios viven desde hace 500 años.

¿Qué sería justicia para la Comunidad de la Primavera?
Justicia para mi es la devolución del territorio. Es el deseo y el anhelo de la comunidad de que se respeten los territorios tradicional y ancestral que han sido siempre ocupados por la misma comunidad. Sin eso no hay expectativas de que se pueda encontrar algo positivo porque hay esta la vida.
¿Quiénes son los que están yendo en contra de su comunidad?
Los políticos principalmente. Son los que tienen mucho interés en seguir negociando sobre nuestras tierras, sin consulta, sin participación. Deciden como si fueran ellos los que son dueños de nuestra vida. Ya no queremos ser espectadores de lo que nos pasa porque ya podemos distinguir lo que está bien y lo que está mal.
¿Qué expectativas les generó el juicio por las fumigaciones de Barrio Ituzaingó?
Para nosotros sería justo, si es que la justicia actúa, que la gente que hace daño al ser humano. La soja no favorece a la vida sino favorece a la muerte de todos los seres que habitan en el suelo.  Esos seres necesitan vida, necesitan respeto, necesitan su hábitat y no puede haber una persona que fumiga sin respetar eso  por querer ganar plata y matar a otro, sin importar la vida. ¡Que se prohibida este uso de los agrotóxicos que mata nuestra madre tierra y nuestro aire!
Cuando las raíces se funden, se confunden.
La historia de este continente Americano, llamado antiguamente Abia Yala, es una historia de demasiada sangre derramada injustamente. Nos impusieron una cultura, una lengua, un dios. Sin embargo muchos resistieron luchando por la libertad. Hay muchos héroes conocidos, y desconocidos, que no quisieron la esclavitud de sus hermanos.
Fue un espantoso genocidio de 56 millones de hermanos indígenas. Luego, y como la historia es injusta, 60 millones de africanos fueron arrancados de África para traerlos como esclavos a este continente, solo 10 millones llegaron con vida.
Antes nos enseñaban que los pueblos que habitaban estas tierras, habían desaparecido. Se trataba de “un otro”  ajeno, lejano, distante a nosotros. ¿Qué tenían que ver por ejemplo los comechingones con nuestro presente en Córdoba, con nuestra cultura occidental, con las nuevas formas de vida en las ciudades?
Un ejemplo de búsqueda de una identidad que parecía perdida es la de la comunidad aborigen del pueblo de la Toma, que desde hace unos años  se reconocieron como comechingones. Trabajaron la memoria colectiva de su/nuestro pueblo. Ellos, ustedes, nosotros, estamos en la comunidad aborigen del pueblo de la Toma reunidos para celebrar a la Pachamama, madre tierra, a orillas del río Suquía. En lo que fue, por miles de años, su territorio, hoy barrio Alberdi en la ciudad de Córdoba. ¿Saben quiénes son sus ancestros? ¿Conocen la cultura de quienes vivían en estas sierras antes de la llegada del conquistador español?

TAKI ONGOY
Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un tiempo feliz en que nuestros dioses velaban por nosotros. No había enfermedad entonces, no había pecado entonces, no había dolores de hueso, no había fiebres, no había viruela, no había ardor de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó, desde que ellos llegaron con su odio pestilente y su nuevo dios y sus horrorosos perros cazadores, sus sanguinarios perros de ojos extrañamente amarillos, sus perros asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos envueltos por todas partes y sus caras blancas y su cabello amarillo y la ambición y el engaño y nuestro dolor de siglos reflejado en sus ojos inquietos. Nada quedo en pie, todo lo arrasaron, lo aplastaron, lo torturaron, lo mataron. 56 millones de los nuestros, 56 millones de hermanos indios esperan desde su oscura muerte, desde su espantoso genocidio, que la pequeña luz que aun arde como ejemplo de lo que fueron algunas de las más grandes culturas del mundo, se propague y arda en una llama enorme y alumbre por fin nuestra verdadera identidad.
Y de ser así que se sepa la verdad, la terrible verdad de cómo mataron y esclavizaron a un continente entero para saquear la plata el oro y la tierra. De cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con horribles castigos, como si pudieran haber castigo mayor que el de haberlos confundido con nuestros propios dioses y dejando  que entraran en  nuestra casa y templos y valles.
Peros no nos han vendido. Hoy al igual que ayer todavía peleamos por nuestra Libertad.
Texto n° 1 del disco Taky Ongoy de Victor Heredia, 1986. 

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