9 mar 2015

Capilla Buffo

Resguardar el patrimonio

Ubicada en el corazón de Los Quebrachitos, Un
quillo, la Capilla Buffo es uno de los íconos cultural, artístico y arquitectónico que tenemos los cordobeses. Construida durante la década del `40 del siglo pasado por el artista italiano Guido Buffo, el lugar se constituye como un templo que mezcla estudios científicos, historia de la humanidad, técnicas pictóricas, misticismo, y que es, principalmente, una expresión de amor. Actualmente,  se está trabajando en su recuperación.

Unos pocos kilómetros, un arroyo y una cincuentena de escalones es lo que debemos atravesar para acceder a la Capilla Buffo. La construcción fue ideada por Guido Buffo, que toma la decisión de llevar a cabo este proyecto tras la muerte de su esposa y, posteriormente, de su hija.
Buffo arriba a Buenos Aires, en 1910, proveniente de Italia, país en el que nació y en donde había estudiado pintura. A los pocos meses, organiza en Córdoba una exposición de paisajes serranos, en donde conoce a la periodista, y una de las primeras novelistas de la provincia, Leonor Allende. Luego de un noviazgo de cuatro años, se casan y se instalan por algún tiempo en Rosario. Allí, Buffo, comienza a desarrollar su labor como pedagogo, llegando a ser director de escuela,  y profundiza sus estudios científicos. Estando en Rosario nace Eleonora, la única hija que tuvo la pareja.

A mediados de la década del ’20, Buffo adquiere un lote en Los Quebrachitos, en el que construye una casa de veraneo.

Sobre su lugar en las Sierras Chicas, Guido escribiría: “Aquí puedo encontrar la paz, en esta quietud y serenidad realizo mis pinturas, soltando la imaginación, rehaciendo, recreando, resinificando”.

La tuberculosis y la Capilla

En 1927 la pareja se traslada a Buenos Aires. Buffo se desempeña como Inspector de Escuela Secundaria Normal y Especial, y publica un libro sobre división celular. Posteriormente, editaría otros más dedicados a tratados sobre arte y educación.
Sin embargo, además del estudio y el conocimiento, hubo algo más que marcó la vida del artista: la tuberculosis, enfermedad que contraerían su esposa y su hija. Con respecto a esto, Adrián Bertol, guía de Capilla y Casa Museo Buffo, dice: “La enfermedad en la mujer fue fulminante”. Leonor fallece en 1931; diez años más tarde lo haría Eleonora.  

En 1942, Guido Buffo comienza la construcción de la Capilla, que se extendería por tres años. Una vez terminada, trasladaría al lugar los restos de sus amadas.
Primeramente, la idea de  una cripta para resguardar los restos de Leonor, fue de su hija. “La hija tuvo un sueño, esto está escrito, que era traer los restos de su madre aquí y hacerle un edén. Pero en sí, es Buffo quien le da toda la dimensión científica, artística”, cuenta Bertol. Agrega que al lado de las bóvedas donde depositaría a sus seres queridos, Buffo deja un espacio para que sus restos sean situados también allí.

La estructura de la cúpula responde a un túbulo funerario de la cultura celta, de forma ojival. Mientras que a la torre, Buffo le da la forma del Cardo Santo, planta característica del lugar. En sus memorias, deja escrito que la representación de la construcción es la de un Cardo erigido al universo.
En su interior pinta los fenómenos conocidos del universo hasta entonces y los orienta en el espacio. La organización de las pinturas es de la siguiente manera, según explica Bertol: “Lo que pinta, en tres de los capullos de la flor, son los ciclos de vida de su esposa y su hija, el de nacimiento y maternidad, el momento de máxima plenitud, con la creación del universo, y el momento final de la hija. Quedó un pétalo sin pintar, que era el futuro”. Son cuatro momentos con sus valores: la espiritualidad y la creación cósmica; el sentimiento y la maternidad; la imaginación y la creatividad de la hija, y el futuro y el intelecto.
Buffo tenía la creencia de la transmigración de las almas, por lo cual éstas despegan según la disposición de las estrellas. Es por eso que en el piso de la Capilla los astros están dispuestos según  la noche en que falleció Eleonora, para que su alma despegue. Al mismo tiempo, las luceras colocadas en lo alto de la cúpula, están ubicadas de tal modo para que en cada aniversario de la muerte de su esposa y su  hija la luz solar se proyecte directamente sobre sus rostros.
Además, como estudioso que era, Buffo instala en el interior del reciento péndulos de Foucault, para investigar la rotación del planeta y la actividad sismográfica.

Recuperar y mantener el patrimonio

Luego de la muerte de Guido Buffo, en 1960, tras haber sufrido dos accidentes cerebro vascular, tanto la Capilla, como la casa y la residencia de albergue para estudiantes que había construido, pasaron a estar a cargo del gobierno nacional en primera instancia, y del provincial a continuación. Durante décadas, la Capilla recibió escaso e inadecuado mantenimiento y sufrió hechos vandálicos. La humedad hizo que los frescos del interior se fueran descomponiendo, hasta hacerse prácticamente una mancha indistinguible.

Una vez en administración municipal, el Ejecutivo de Unquillo decidió la recuperación de la Capilla. Los trabajos en la parte interna comenzaron en mayo de 2013,  y, desde entonces, están a cargo de Marcela Mammana, restauradora cordobesa de amplia trayectoria.
Lo primero que se hizo fue sanear las grietas en la parte exterior de la Capilla y controlar la humedad. “Si no empezábamos el año pasado los trabajos de recuperación, a fin de año ya no quedaba nada, porque el proceso de degradación y de desprendimiento de los murales era prácticamente irreversible. Si no se hacía en ese momento, se perdía todo”, dice Mammana.
Lo interesante de la intervención de grupo de trabajo comandado por Mammana, es que se está utilizando, para la recuperación y fijación de los frescos y pinturas, un componente nunca usado en Argentina y que fue enviado desde Italia. El componente en cuestión está compuesto de nano partículas que “entran entre medio de las partículas de los pigmentos se consolidan dentro y la sostienen. Es algo natural, inofensivo a las pinturas originales, no hace falta agregar ningún producto sintético”, explica la restauradora.
La aplicación de nano partículas es uno de los últimos pasos de la restauración, luego quedará la parte de entonación. Y, claro, el mantenimiento constante y adecuado una vez terminadas las tareas.
Lo valioso es que una obra de tal envergadura pueda volver a recuperar su esplendor, que pueda ser disfrutada y conocida. Indagar sobre la vida de Buffo es ir más allá de una cuestión artística. Es incursionar en la historia de un hombre ecléctico, es deambular en un mundo de experiencias. Porque, sobre todo, la de Buffo, como muchas, como pocos han podido expresar y materializar, es una historia de amor.


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