23 oct 2010

12 de Octubre - De Colón a Correa

DE COLON A CORREA
Se cumplen este mes 518 años del primer gran sacudón político y social sobre nuestra América. Ese tiempo hace desde el inicio del genocidio más grande jamás conocido por la humanidad. La sociedad católica retrógrada europea de entonces decidió que los habitantes originales de estas tierras resultaban primitivos, ignorantes y salvajes. Por ese motivo decidieron, también, que el mejor destino que podían otorgarles era el de esclavizarlos –en el mejor de los casos para los europeos- o matarlos –en el mejor de los casos para los americanos, pues así no necesitaban sufrir-.
                Sin embargo el sufrimiento de los habitantes de estas tierras olvidadas por los dioses no culminó con el genocidio mencionado.
                Por el contrario, las muertes significaron el comienzo de un padecimiento del que cada uno de nosotros, herederos de aquellas miserias, hemos sido víctimas durante cinco siglos de historia.
                Desde aquellos tiempos hemos sido instrumentos descartables para el sostenimiento de los imperios. El endeudado y alicaído imperio de la corona católica española, prolongó su existencia sobre la base de los recursos naturales robados a los pobladores locales, pagados con su propia sangre y sudor.
                El siempre poderoso imperio del mar -el británico- se hizo aún más poderoso y resistente sobre la base de los recursos naturales sustraídos a los barcos españoles y del contrabando con las colonias.
                Luego el emergente imperio capitalista se alimentó y creció sustentado por la explotación de recursos humanos y naturales por los que nunca pagaron un centavo, haciendo a cada poblador de la América central y del sur, víctima de un sistema perverso que entendió a los seres humanos como una mercancía negociable.
                Salarios de miseria, esclavismo, jornadas infinitas, explotación infantil, vejaciones sexuales y una pila de otros delitos graves construyeron la historia de una América Latina azotada por las decisiones del imperio de turno, con la complicidad de gobiernos aliados a los intereses gringos y ajenos a los reclamos de los ciudadanos locales cuyos gritos fueron siempre enmudecidos a golpes y a tiros, castigados por la intrascendencia pública, circunstancia con la que colaboraron –en el último medio siglo- los medios de comunicación, también cómplices del castigo latino.
                Lejos estamos de observarnos como seres humanos, como dueños de nuestras riquezas naturales, como legítimos sostenedores del progreso de un mundo que mira de costado a nuestras tierras. Sin embargo, me animo a decir que recientemente vivimos una corriente reivindicatoria que ha prosperado como nunca antes en América Latina, pese a los esfuerzos que grandes próceres como San Martín, Bolívar y Guevara, entre otros, han efectuado en tal sentido.
                Hoy en día, independientemente de los errores que hay por corregir, América del Sur intenta crecer de la mano de la propia América del Sur, con un gran esfuerzo por descartar los brazos azotadores del imperialismo, las manos asfixiantes del capitalismo inhumano y las políticas anticrecimiento de los organismos internacionales de crédito.               
                Pero obviamente las intenciones independentistas tienen un costo. A los brazos azotadores, las manos asfixiantes y las políticas retrógradas no les agrada la idea de una América que piensa por sí misma y aspira a dominar mercados evitando el enriquecimiento de aprovechadores y abusadores.
                Por ese motivo las cosas, como siempre, no resultan nada fáciles para el progresismo reinante y un claro ejemplo de ello lo representa el resurgimiento golpista.
                Hace unos años un intento en Bolivia contra Evo Morales, más recientemente en Honduras el derrocamiento de Zelaya y hace pocos días, el fallido intento de golpe de estado contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que intentó disfrazarse de “revuelta policial”.
                No hubo tal  “revuelta”. Fue lo que fue, con todas las letras, un INTENTO DE GOLPE DE ESTADO, sofocado por el valor de un presidente aliado de la democracia, el apoyo de un pueblo ecuatoriano que ya no soportará las atrocidades vividas por más de quinientos años y por un grupo de presidentes americanos que, como objetivo principal, pretenden el resguardo y la defensa de los gobiernos democráticos en la región.
                Los hechos recientes representan una luz de esperanza pero también un llamado de atención. Tenemos la esperanza –y el claro objetivo- de no volver a sufrir autoritarismos militares aliados al imperialismo, pero debemos, además, permanecer atentos ya que las derechas no duermen y las falsas emergencias construidas desde los imperios mediáticos, fomentan el desarrollo y el resurgimiento de fascismos xenófobos que colaboran con las ideas golpistas que aquí critico.
                Estamos frente a un pueblo americano que intenta despertar de una pesadilla de más de quinientos años, pero debemos atender a los grupos represores de la libertad que continúan intentando dotarnos de pastillas para permanecer en el eterno sueño que facilita la labor de los enemigos de esta América que tanto tiene todavía para dar a la historia de la humanidad.
Alejandro Gonzalez Stier.

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