12 dic 2014

Epidemia de la Hermandad Acefálica

La“Hermandad Acefálica” constituye un caso de estudio fascinante. Al parecer, son hijos bastardos de la Anarquía y su nombre proviene de “Acefalía”, que significa, etimológicamente, “sin cabeza”.
La distribución geográfica de estos seres es difusa y su organismo censal es, consecuentemente, Acefálico, de manera que no contamos con datos de rigor.
La cofradía tiene la particularidad de copar espacios con estructura orgánica sólida, tales como gobiernos, vecinales, iglesias, bomberos, cooperativas, sindicatos y centros de salud, entre otros, sin olvidar los organismos de control. La estrategia es tan efectiva que, en apariencia, las organizaciones quedan acéfalas: toda acción contraria a sus intereses no prospera jamás y, al mismo tiempo, sumergen a las instituciones en un estado de apatía y desidia. Bajo esta  situación proliferan casos de mujeres que buscan hijos en la escuela  y estacionan el automóvil en la puerta de la cochera lindante;  hombres que manipulan el volumen de su equipo y obliga a escuchar música a todos sus vecinos; funcionarios que no rinden cuentas de sus actos públicos; mascotas que deambulan en la calle porque a sus dueños no les importa; juezas que negocian terrenos que no son suyos; policías que diagraman las zonas libres; empleados públicos que retienen expedientes y vecinos que amplían su casa sin cumplir ordenanzas.
Pero si el lector presta la debida atención, notará que se los puede distinguir fácilmente porque los miembros han logrado poner en práctica su principio vital: “nuestra voluntad es ley” y porque utilizan, sistemáticamente, mecanismos evidentes de coerción: prepotencia, apatía, fraude, abuso de poder, amenaza, soberbia e, incluso, violencia física; acciones protegidas por la impunidad Acefálica.
El clan se propaga de manera viral y por adhesión o contacto directo: ataca tejidos sociales sanos, persigue glóbulos blancos del sistema y destruye lo que se opone a su crecimiento. Su lógica es parasitaria: nunca matan al organismo que los contiene pero lo dejan en un estado crítico, sin capacidad de reacción ni defensa. Crea, a su vez, un medio propicio para que los Acefálicos se propaguen y todo el sistema institucional pierda eficacia para resolver, controlar y ejecutar.
Probablemente la familia del lector ya se encuentre influenciada por estos agentes. Hay que estar muy atentos. La única defensa conocida contra la cofradía involucra a las personas que aún no han ingresado. Se ha comprobado que la “Hermandad Acefálica” es inmune a los comentarios de peluquerías y de bares. El tratamiento disponible es simple y eficaz: ajustarse a la reglamentación vigente, aún en ausencia de control, e invertir el tiempo libre en militancia ciudadana y en participación activa para recuperar los espacios arrebatados. Sip sabemos que vivir en función de las normas que supimos construir y recuperar espacios perdidos puede ser una tarea desagradable y de mucho sacrificio. La Hermandad sigue avanzando frente a una resistencia endeble y una impunidad en aumento. Como siempre, usted puede hacer lo que quiera. Igual, ya va siendo hora de dejar de hacerse el desentendido.
Leandro D. Rivero.

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