8 oct 2014

¿Día de la raza? ¿Día de la diversidad cultural?

Al parecer, denominar al 12 de octubre como “Día de la Raza” era poco feliz. Es que el mismo concepto de “Raza” se manifestó en crisis hace varios años, sobre todo cuando puede demostrarse que existen mayores diferencias genéticas entre poblaciones dentro del continente africano que entre poblaciones africanas y australianos. Esto sin contar la carga semántica de la palabra y la historia persecutoria y opresora basadas en el origen étnico.

Todo empezó un 12 de octubre (se investiga si no fue el día 13), cuando Rodrigo de Triana avistó el nuevo continente y el júbilo se hizo presente en las tres embarcaciones. “Hola, gente desnuda. Venimos desde más allá y vamos para más acá a buscar cosas para comerciar en nombre de un Dios que todavía no sabemos qué quiso decir”. Desconfiamos de que el Almirante haya pronunciado estas palabras. No importa lo que hayan dicho (los arahuacos no entendían la lengua de Castilla) pero Colón entendió rápidamente que con 50 hombres podían arrasar con todos ellos, seres pacíficos, que tomaban la espada por el filo porque no entendían como se atravesaba a otro por la fuerza y el odio.

Después, la historia es conocida y sigue más o menos así: someter al “indio”, saquear sus riquezas, enseñarles, con la didáctica del látigo, que hay un Dios bueno y violar sus mujeres. Un día, los nativos matan un español, intentan revivirlo tres días después (sin éxito) y, al fin, se dan cuenta que no son dioses. Así que encarnan una revolución. Pero un levantamiento de gente que no conoce de milicia, armas, crueldad y ambición, tiene un solo desenlace: el fracaso.
Entonces, llegan las amputaciones de manos a los que no quieren trabajar, la matanza a los sublevados, suicidios por miedo, persecuciones con perros a los que huyen, Cortés, Pizarro, algunas resistencias, Túpac Amaru, el Cacique Lautaro. Ocupan sus tierras, las minas de Potosí y mapuches empujados al otro lado de la cordillera. La unidad de Latinoamérica contra el invasor. Miranda, Sucre, O’Higgins, Bolívar, San Martín. Argentina.Fortines y malones. El simpático Roca merece un punto y aparte.

Nubes de polvo en el horizonte. Gritos que significan terror. En el fortín, todo es confusión. Se acerca el malón, imponente, con salvajes jineteando. Las plumas en la cabeza, las boleadoras certeras capaces de inmovilizar a un hombre o destrozar su cráneo. Los hombres del ejército son humillados, campaña tras campaña, en las tierras que están al otro lado de la frontera. Vienen en ropa interior, casi desnudos. No pueden contra esos que llaman ranqueles, porque no saben pronunciar su lengua. No tienen caballerizas ni establos. Los equinos comparten la vida entre los toldos y el fuego. El caballo no es un instrumento de guerra. El caballo es un amigo. Los galopan con destreza, no conocen la montura. Dejan avanzar el ejército patrio en terrenos hostiles mientras ellos y los animales permanecen acostados, tapados de matas, esperando para dar la emboscada. Entonces dan la indicación. Los caballos se incorporan con sus jinetes en el lomo, armados de flechas, lanzas y las boleadoras, dan un grito de guerra entre el polvo, la sangre y el espanto. Vuelve el silencio a las pampas, como en otras oportunidades. Hasta que aparecen los Remington de la manos del flamante Ministro de Guerra y Marina, el Teniente General  Julio Argentino Roca, capaces de disparar certeramente a distancias que no cubren las flechas. Lo que sigue son miles de prisioneros entrando a Buenos Aires perdiendo su cultura, sus tierras y sus hijos en manos de los captores. Lo que sigue son tierras anexadas a la nación y repartidas entre los valientes; el ostracismo de los originarios y su sepultura cultural. Lo que sigue es el “Día de la Raza”, de Yrigoyen;el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” de Fernández y una ley audiovisual que les permite la voz pero no sus tierras.

Lo que sigue es la vergüenza de los qom que mueren porque “se caen” arriba de las balas, mocovíes en indigencia, mapuches pidiendo permiso para entrar en las estancias de magnates, aonikenk con cincuenta años de lengua extinguida, hênîa y kâmîare reducidos al anonimato y los demás corriendo igual suerte, cuando no mueren de hambre. El discurso integra a Galeano. El festejo convoca a Gieco y el contrafestejo a Rubén Patagonia. Legisladores brillantes con proyectos para cambiar banderas y escudos. Gobernantes tomándose fotos en el festejo de la Pachamama.Leyes escritas en letra muerta. Leyes por crear para otorgarles derechos que nunca los sacan de la marginalidad, no incluyen devolver las tierras ni otorgarles un poder verdadero que ponga en juego el sistema opresivo.

¿Día de la raza? ¿Día de la diversidad cultural? Ponga el nombre que. Sin distinción de palabras, los pueblos de la tierra siguen muriendo al lado de su casa.

Por Dipl. Leandro D. Rivero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario