8 oct 2014

Un cuervo. El fuego. Seis balas.

La primera vez que escucho el nombre de Nes Budanofue por intermedio de una amiga en común. “Tendrías que conocerlo. Me hace acordar mucho a vos. Es inestable, un poco antisocial y atormentado”, dice. No sé si es un cumplido. Tampoco sé si estoy interesado en averiguar.
La primera vez que lo veo es, precisamente, en el local de nuestra amiga. Cruzamos algunas palabras, me cuenta de sus obras en hierro y nos despedimos con la promesa de vernos en otro momento para conversar.
Ese momento es un viernes por la noche. Nes abre la puerta de su casa y entro. Imagino obras a medio terminar, ensayos y un espacio con chatarra esperando su hora. Pero nada de eso me espera. “Es que esta es mi casa. Tiene que estar ordenada para que mi cabeza tenga donde descansar. El Templo del Hierroestá en Argüello”. El soldador de estaño, con adaptaciones hechas por él, despide humo sobre una mesa. “Estoy trabajando en esta maqueta. Si sale, va a ser un lindo trabajo”. La figura hecha de cera sirve de preámbulo a la conversación sobreestética, abismo y cuervos, sobre todo cuervos.
“Ahora estoy en un salto de fe, trabajando en otras cosas. Lo que venía haciendo llegó a su techo, como llegó a su techo la herrería en su momento. Quiero volver a vivir en poesía, necesito vivir en poesía. Estoy haciendo bronce, experimentando”.  Conozco sus criaturas en el Paseo del Buen Pastor. Ojeo el book de sus obras mientras me entrega una taza con capuccino. Puedo ver lo que intenta hacer. Percibo el riesgo, entiendo las plumas de cuervo que habitan una de sus obras. Algo inquietante atraviesa en todo lo que hace. Señalo un detalle.“No, no es casual el hombre con un agujero en el pecho, sentado al lado las plumas; no es casual el payaso y su palo, ni el revólver guardado en el cajón del equilibrista”.
La correa de un perro, los tiradores del payaso siniestro y el equilibrio de las figuras denotan oficio y conocimiento. Las cuerdas caen precisas, no hay lugar para el azar. “La obra tiene su tiempo. No se le puede mezquinar trabajo. Lleva lo que tiene que llevar, aunque se demore más de lo previsto”.
Alguna vez fue una persona cotidiana e intentó habitar horarios normales. Hoy no puede, ya no es ese. Lo noto estable, tranquilo. “Hoy sí, pero tengo días llenos de cuervos, esos pájaros negros que te comen los ojos y esconden las cosas brillantes. Y crear me ayuda a no matar, a mantener lejos los pájaros”. La fragua le permite moldear los hierros y el equilibrio. “El hecho de que haya artistas que vendan y expongan arte vacío (sin poesía ni oficio), es la expresión del funcionamiento de la sociedad, como pasa con Tinelli. Esto tiene que llegar una saturación que provoque catarsis para que venga otra cosa. Pienso que los artistas perciben el futuro y ya lo están creando”
Hablamos de su reloj que retrocede el tiempo y no tiene la horauno (1).Tenemos que despedirnos. En su pared, la máscara de soldador reposa sobre una señal de tránsito baleada. Esa es su obra y quedo en suspenso: indicios de bala, la curva peligrosa y una máscara que no te permite ver si afuera no hay luz. El mensaje es para mí. Nes agradece mi visita. El que se va transformado soy yo.

Por Leandro D. Rivero.

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